Poco a poco, los planes de los gestores del neoliberalismo se van cumpliendo. Los ladrones de guante blanco pergeñaron hace años el robo sistemático de los recursos públicos para engrosar sus bolsillos. En primer lugar, implantando gobiernos títeres apodados como democráticos; en segundo lugar, haciéndose con el control de los sindicatos a cambio de grandes cantidades de dinero; por último, engañando a la sociedad a través de los medios de comunicación con la quimera de “un modelo capitalista humano que mira por el bien colectivo”. Y Telefónica, como en otras ocasiones, es el buque insignia de este modelo de robo programado.
Telefónica, hace un siglo, fue creada por el estado con los recursos públicos que la clase obrera aportaba con sus impuestos. El Estado aportó los recursos económicos, le concedió solares y edificios en todos los municipios, formó a las y los profesionales. Pero, sobretodo, le imprimió un carácter de servicio universal y público que desarrollara las telecomunicaciones hasta en el más recóndito lugar que fuera necesario.
Pronto vieron los amigos de lo ajeno el potencial económico de una empresa que, con el desarrollo de las nuevas tecnologías, podía aportar grandes beneficios económicos. La privatización de Telefónica acordada entre PSOE y PP significó el expolio a gran escala de una propiedad pública a la que siguieron empresas energéticas, cajas de ahorro y servicios públicos como Educación, Sanidad, Transporte, todo lo que se pusiera a su alcance…
Este pasado martes 5 de setiembre, los medios de comunicación informaron de la adquisición del 9,9% de las acciones de Telefónica por Saudí Telecom, controlada por el Fondo Soberano Saudí convirtiéndose en el mayor accionista de la empresa. Una noticia que debería revolver a cualquier defensor de lo público y que es presentada como una vulgar nota de sociedad, como una operación más entre corporaciones privadas ajenas a lo público.
Lejos de eso, UGT publica un comunicado que causa vergüenza ajena leerlo. Cada palabra destila una clase magistral de amarillismo sindical que solo puede significar dos cosas: o una desubicación ideológica del papel histórico de las organizaciones obreras, o un alineamiento indigno y nauseabundo de un sindicato que no duda en mentir y engañar a la clase obrera en general, y en este caso a la plantilla de TESAU, que no acaba de acostumbrarse a las noticias que hacen tambalear su futuro y el de sus familias.
Decir que un fondo buitre como el Fondo Soberano Saudí aporta confianza y valor al proyecto empresarial supone un grado de sumisión de UGT, al que tristemente ya nos tiene acostumbrados. No es posible que los gerifaltes de esa organización mal llamada obrera desconozcan los efectos perniciosos que los fondos buitre provocan en la estructura de cualquier empresa, pero sobretodo, en las condiciones laborales de las plantillas. Pero su preocupación no está ahí. Tras leer el panfleto ugetero en TESAU, más bien parece estar preocupados por sus finanzas cuando exige la “continuidad del proyecto conjunto pergeñado entre sindicatos y empresa desde hace décadas”. En ASC tenemos claro que no se refieren a las condiciones laborales de la plantilla, sino a ese modelo que los financia con millones de euros a través de Fonditel, empresa de la que son socios capitalistas, junto a CCOO y TESAU, donde gestionan el Fondo de Pensiones privado que les reporta millones de beneficios.
Rozaría la candidez, si no fuera por las ataduras societarias que les une con la empresa, su preocupación por la influencia de los fondos soberanos de las teocracias árabes. Va a ser necesario recordarles que las petromonarquías árabes han acumulado su riqueza en base a la explotación de la clase obrera y a un sistema político esclavista medieval, donde se ignoran los derechos de las mujeres, se condena a muerte a miembros del colectivo LGTBI o se subvenciona la intervención militar colaborando con el imperialismo. Regímenes fascistas que han explotado los recursos naturales de su territorio en beneficio propio, mientras sus pueblos morían de hambre. Dictaduras con las que el sindicalismo del pacto social de la Confederación Sindical Internacional (a la que están afiliados CCOO y UGT) hace buenas migas, como se ha demostrado tras el Qatargate donde su secretario general ha sido acusado de recibir dinero para blanquear las continuas violaciones de los derechos laborales y la muerte de cerca de 6000 trabajadores/as en la construcción de los estadios de la Copa Mundial de Fútbol. Eso sí, el Día de la Mujer Trabajadora o el Día del Orgullo, estos sindicatos despliegan sus banderitas moradas y arco iris y todo un catálogo de bolígrafos, mecheros y bufandas para la ocasión. Hipocresía a raudales para ocultar su nula preocupación por si quien les subvenciona es un dictador o un misógino.
Ningún fondo de inversión entra en el capital de una empresa para invertir en ella sino para exprimirla cada vez más, trocearla y, posteriormente, revenderla al mejor postor. Conseguir rápidos beneficios significa reducir costes laborales y por tanto derechos salariales, sociales, de Salud Laboral y hasta de empleo, una mala noticia para la clase trabajadora.
Salir a la palestra a las pocas horas del anuncio de la operación bursátil tranquilizando a la sociedad y a la plantilla es la muestra palpable del papel que UGT, como sindicato del sistema junto con CC.OO, tiene asignado: que las ruedas de molino que nos tenemos que tragar continuamente sean mas digeribles. No olvidemos el grado de implicación que tienen en estas operaciones, que ocultan la dilapidación de empresas que en su momento fueron públicas y su connivencia con un modelo inhumano que tiene como su principal víctima a la clase trabajadora, a la que ellos deberían representar. Pero poco o nada podemos esperar de estos sindicatos ligados a las decisiones del patrón y encargados de gestionar las migajas que caen de su mesa.
Esta operación debería preocupar no solo a la plantilla de TESAU, que lleva años perdiendo condiciones laborales y a quienes optaron en su momento por desvincularse de la empresa empujados por CCOO y UGT, sino al conjunto de la sociedad.
Alternativa Sindical de Clase (ASC), miembro de la Federación Sindical Mundial (FSM) lo está, y haremos todo lo posible por concienciar tanto a la plantilla de TESAU, como al resto de la clase obrera a la que tenemos acceso, del grave peligro que suponen este tipo de operaciones para la sociedad en su conjunto. Operaciones que no serian posibles en una empresa pública.
Por eso es más necesaria que nunca la presencia de sindicatos de la FSM y, en este caso, de ASC, único sindicato en Telefónica con voluntad de seguir denunciando el expolio social y el deterioro de nuestras condiciones laborales.
Desde ASC hacemos un llamamiento a la plantilla de Telefónica, a la opinión pública y a la clase obrera internacional para denunciar el robo generalizado que suponen estas prácticas usurpadoras de lo público, a desenmascarar y dejar de apoyar a estas organizaciones sindicales cómplices del capital, exige la dimisión inmediata del Consejo de Administración de Telefónica dado que su objetivo único es desmantelar una empresa creada por el Estado y que ha llegado al lugar en el que se encuentra gracias al esfuerzo de sus trabajadoras y trabajadores.
Asimismo, ASC exige que Telefónica vuelva a ser una empresa pública como única garantía estable de un empleo digno y de un servicio universal y de calidad de las telecomunicaciones para toda la sociedad, y fundamentalmente para la clase obrera y las capas mas desfavorecidas de esta.
¡ORGANIZATE Y LUCHA POR TUS DERECHOS!!
¡¡AFILIATE A ASC!!
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